sábado, 6 de junio de 2009

En la discoteca (I)

La cena con los compañeros de trabajo había ido bastante bien, incluyendo una tremenda borrachera del jefe, de forma que parecía imposible que pudiera acordarse de lo que harían sus subordinados durante el evento. O al menos, no pudiera mencionar nada de aquella noche sin que se lo comiera la vergüenza así, crudo y sin sal.

Después decidieron ir, no todos pero sí una cantidad suficiente, a una discoteca que conocían los más jóvenes para tomar la penúltima. El sujeto que analizamos esta noche fue un poco receloso por lo que pudiera encontrar, y más aún viendo la gente que entraba en el local: después de años de trabajo duro por la empresa, había conseguido un buen puesto y una mejor nómina a final de mes que le permitía vivir muy acomodado, pero aún así, quizá por ser un hombre de familia obrera y que se había ganado con su propio sudor -al fin y al cabo, trabajaba en una conocida empresa de higiene personal- todo lo que había conseguido profesionalmente, no era capaz de soportar a los pijos que en aquel local no dejaban de entrar sin hacer cola por estar en lista: como ejemplo un winner de treintaypocos que llegó en un espectacular deportivo rojo, se bajó diciéndole al aparca coches "Cuídamelo, ¿eh?" mientras le guiñaba el ojo con una sonrisa estúpida y se acercó a la puerta ondeando su estúpida media melena rubia. Los problemas de alopecia de nuestro individuo no le ayudaban a juzgar objetivamente al chaval, algo que se reconoció poco después, "pero seguro que es un crío estúpido" pensó para reafirmarse.

Una vez dentro comprobó que no estaba tan mal como pensaba, y comenzaron a llegarle recuerdos de lo que parecía ahora una eternidad, cuando era joven y frecuentaba esos ambientes. Estaba un poco perdido, y sus compañeros poco a poco fueron separándose, unos a pedir copas, otros a ver qué tal estaba el -según sus propias palabras- "ganado" y otros -los más afectados por el tiempo de espera haciendo cola en la puerta- al servicio. Al cabo de unos minutos se encontró solo en la barra pidiendo la segunda -porque con los años no había perdido aguante-, entretenido con el espectáculo que presentaban algunos compañeros intentando ligar con un grupo de mujeres mientras que algunas compañeras comentaban desde la pared la jugada de los depredadores anteriores, mirándoles con el ceño fruncido y los labios apretados.

Entonces fue cuando se acercó una chica joven a la barra, cerca de donde estaba nuestro contable, aparentemente más cerca de lo necesario porque no había demasiada gente en la barra; parecía un poco indecisa y no llamó la atención de las camareras. Apenas la miró, pero se dio cuenta de que era bastante atractiva y se imaginó que sus compañeros se acercarían a hablar con él intentando disimular que se trataba de una maniobra de aproximación para acercarse a la chica e iniciar una conversación con ella. Pero no lo hicieron, porque sin saber muy bien cómo, se sorprendió a sí mismo hablando con ella.