jueves, 30 de abril de 2009

De cómo me enfrenté al dragón (III)

-Las tres partes de esta historia las podéis encontrar aquí-

La verdad es que no sé cómo pude dejar de notar el peso de aquel artefacto, porque la jodida petaca era enorme, debían caber más de tres litros. La saqué del zurrón.

El dragón terminó de comerse el gorrino y se quedó allí tumbado, esperando mi reacción. Me puse en pie, alcé el recipiente por encima de mi cabeza y le dije (en realidad me salió un grito bastante agudo: un chillido de rata en toda regla):

- ¿Hace un chupito?

- No soy tan estúpido - no sé cuánta estupidez había dentro de esa mole con escamas, pero por el tono de su respuesta, la soberbia le chorreaba por los poros.

- Ya veo que todo lo que tienes de grande lo tienes de cobarde - y viendo que no reaccionaba destapé la petaca de tamaño familiar, que todavía sostenía por encima de mí para evitar que sus gases me llegaran a la cara, y dejé caer líquido a mi boca abierta para que la bestia pudiera ver que, efectivamente, me tragaba una buena cantidad. Me sequé el hilillo que me caía de los labios con el antebrazo y, ya más confiado, le dirigí una amplia sonrisa al bicharraco con alas.

- ¡Hmph! - resopló, incluso arqueó un poco una de sus cejas. - No tengo porqué hacerlo - esa fue la entrada para que dijera las palabras mágicas:

- Ah, ¿que no hay huevos? - y dicho esto tuve que dar un paso atrás porque una llamarada de pura ira salió de la boca del dragón de forma involuntaria.

- Lánzamela, mequetrefe - fueron sus últimas palabras.

Le puse el tapón a la petaca y se la arrojé. El objeto realizó una bonita parábola y, a mitad del descenso, la bestia cerró sus fauces a su alrededor. Pude oír el crujido al aplastar el metal en su boca y ver su expresión de sorpresa cuando el líquido empezó a bajar por su garganta. Para disimular, como no podía golpear el culo del vaso con fuerza contra la barra y pedirle otra de lo mismo al camarero frunciendo el ceño, decidió lanzar otra llamarada. No fue su mejor decisión. Apenas me dio tiempo a cubrirme con la capa antes de que docenas de trocitos de carne de dragón me alcanzaran. Justo a tiempo para no tener que hacer una colada antes de tiempo.

Comencé a sentirme mal, así que busqué un trozo de hierba, lo más lejos posible del hedor de los restos del dragón, para dejarme morir o lo que fuera, me daba lo mismo, porque en esas condiciones no podría bajar el acantilado hasta mi barcaza. Al menos, no a la velocidad que me gustaría, que en este caso sería despacio, muy despacio.

Me despertó el sol a la mañana siguiente, como si fuera un castigo divino. Mi cuerpo aún se resentía de lo ocurrido el día anterior. No calmarían el dolor, pero las gafas de sol me ayudaron a soportar aquel calvario.

Así que ya sabéis, niños: por muy grandes que seáis, tened mucho, mucho cuidado con el garrafón. Especialmente si generáis fuego y/o altas temperaturas en vuestro interior.

martes, 28 de abril de 2009

Artista multidisciplinar (II)

Mi antiguo profesor de Lengua Castellana y Literatura se puso en contacto conmigo al leer lo que escribí aquí hace unos días para hacerme ver mi error y enseñarme a utilizar un diccionario. Tras varias jornadas de explicaciones, meditación y la dieta de la alcachofa, creo que ya puedo utilizarlo correctamente. Incluso, dentro de unos días, podré utilizar también enciclopedias y, lo que es más importante, entrar en el bikini que usaba antes de tener a los gemelos.

Lo primero que busqué en el diccionario (como deberes de mi maestro, debo añadir) fue, de nuevo, la palabra multidisciplinar. Una vez comprendido el significado habitual, retomé mi vocación y tras analizar mi carrera artística hasta la fecha, me puse en contacto con la Facultad de Bellas Artes para ver si me convalidaban mi experiencia como suficientemente autoformativa y me daban un título acorde a las habilidades mostradas en mis trabajos.

Los responsables de las distintas áreas no consideraban que tuviera calidad suficiente, pero cuando decía la mágica, mágica palabra multidisciplinar todos daban el visto bueno con expresiones del tipo "ah, entonces sí, para el título de cantamañanas sí que valen las chapuzas estas". El problema apareció cuando la petición llegó a la responsable última de la convalidación, de nombre María Inés, que no estaba muy por la labor por cuestiones personales: esa arpía, que nunca me concederá la convalidación, es el padre de mis hijos.

Viendo mi desesperación al saber que nunca conseguiría convencer a la que considero (sin pruebas científicas, tengo que admitirlo) Enviada del Demonio a la Tierra (TM), una de sus compañeras me dio un chivatazo sobre la posibilidad de que me concedieran el título (y, gracias a una promoción temporal, junto con el título de Artista Multidisciplinar concedían el de Varón Dandy) en la SGAE, así que fui allí derecho.

Los únicos de entre mis trabajos que se ajustaban a alguna de las categorías que podría aceptar la Sociedad eran una grabación musical y el blog que estáis leyendo. Pero, claro, los maderfakers no sacan un duro por este sitio, así que no les parecía válido. Tendré que ir poniéndole publicidad.

Al menos saqué una buena idea de todo esto, y es remasterizar y relanzar el disco que mencioné antes, grabado en los 70 y que consiguió distribución internacional. Entonces el mundo no estaba preparado, pero el mercado ahora es mucho más maduro. Aún recuerdo lo complicada que fue la supervisión de las traducciones de las letras para los libretos de las ediciones de lujo en 43 idiomas del maldito disco, llamado En tu ascensor o en el mío, de música instrumental.

viernes, 24 de abril de 2009

De cómo me enfrenté al dragón (II)

[Éste post es la continuación de este otro, que podéis leer un poco más abajo]

Sí… mi viejo maestro. Me entrenó duramente tres años para que pudiera enfrentarme a un reto como el que tenía entonces por delante. Para esquivar sus zarpazos, protegerme de su fuego y sobre todo soportar sus lascivos piropos. Aunque al dragón sólo le vi utilizar las dos primeras tácticas.

Cuando llegó un mensajero a nuestra fortaleza desde de la aldea costera informando sobre los ataques del dragón y solicitando que unos de los campeones acudiera en su ayuda, un repentino brote de fiebre hizo mella en los más veteranos. Parecía que la responsabilidad recaería en mí, para enfado del maestro. Aún intento averiguar qué quería decir aquella frase con la que les reprochaba su actitud: no seáis cabrones, que este está tierno y todavía no lo he catao, repetía. Supongo que es algún tipo de refrán.

Durante la preparación de mi viaje, el anciano se mostraba intranquilo porque pensaba que yo no estaba preparado todavía. Finalmente pareció encontrar una solución en una reliquia conservada en los túneles secretos bajo la iglesia. Me la entregó y me explicó cómo debía utilizarla. Después se mostró bastante más confiado en que podría cumplir con mi misión. Y poder contarlo, que era lo que me parecía más importante.

Así que allí estaba, tras varios días de viaje a caballo, una hora remando y otras dos escalando, mirando al dragón y recibiendo su mirada. Sin espada pero con aquel objeto en el zurrón. El dragón parecía dudar si comerse el cerdo como entrante o como plato principal. Tuve que agradecer que el animal no fuera aún un adulto y que la coraza de metal me diera apariencia de plato fuerte. Me senté sobre la hierba porque a mí no me gusta que me interrumpan cuando como, así que supuse que a la criatura tampoco, y no había ganas de enfadarla.

Y eso es todo. Espero que hayáis aprendido con esta historia.

-Las tres partes de esta historia las podéis encontrar aquí-

jueves, 23 de abril de 2009

Dicen que no sé contar chistes

Tras una agria polémica con un compañero de Harvard sobre la influencia del Antiguo Egipto en el arte urbano contemporáneo denominado grafiti (aceptado de esta forma en la XXIII edición del diccionario de la Real Adademia), va el tío cabrón y me suelta que no sé contar chistes. Pues ahí os cuento uno clásico, a ver si sé o no sé:

En una fiesta, un chico se acerca a una chica y le dice:

- ¿Eso, que es tu amiga, baila?

- No, y yo tampoco.


Sé contar chistes, ¿verdad? Si es que yo, sólo de pensarlo, me descojono parto el oj*** lo paso piruleta.

sábado, 18 de abril de 2009

De cómo me enfrenté al dragón (I)

Ayer, volviendo a casa tras mis actividades nocturnas habituales de fin de semana (tomar unas cervezas, mover el pie al ritmo de la música, hablar con los amigos y, sobre todo, mirar fijamente a las mujeres atractivas del local para que se acerquen y me pidan por favor, oh por favor, que las haga el amor toda la noche), me golpeé con un bolardo cuando iba a cruzar un paso de peatones. Este accidente me recordó a la vez en que me enfrenté al dragón.

Las primeras imágenes vinieron a mi mente porque en aquella ocasión hacía un fantástico día soleado como pocas veces recuerdo, con la brisa del mar acariciando la hierba en la colina, al igual que ayer, que era de noche y caía la de Dios-es-Cristo*. Ésta es la historia:

Dejé mi pequeña barca al pie del acantilado, sobre la orilla, y escalé los miles de centímetros de la pared rocosa hasta la parte superior, encontrando una superficie aplanada cubierta de hierba y pequeña vegetación, bastante agradable, y que ascendía al otro lado de la pequeña isla. Allí lo vi.

El dragón, en realidad, no era excesivamente grande. No lo era más que un elefante asiático. Pero se trataba de un elefante asiático cubierto de escamas oscuras, con alas en lugar de esas orejas desproporcionadas, con garras y colmillos en lugar de trompa, y que en lugar de colmillos de marfil exhala fuego por la boca. Pero no, no era excesivamente grande.

Me acerqué tranquilamente, puesto que ya me había visto pero estaba entretenido asando algún pobre animal, aparentemente un cerdo traído de los pueblos de la costa. El cerdo, por otra parte, no parecía muy contento con la situación, a pesar de estar recibiendo un bronceado rápido gratuito.

Cuando la bestia estuvo satisfecha con la cocción de la carne en sus propios jugos, se la acercó con su inmensa zarpa y me miró fijamente. La mirada del dragón era fría, dura e inteligente: estaba claro que no le derrotaría usando la táctica habitual del periódico enrollado. Llevé mi mano a mi cintura buscando mi espada, y fue entonces cuando recordé dos cosas: que había dejado el arma en la barca, y la reunión con mi maestro antes de aventurarme a este viaje...

[Fin de la primera parte]

-Las tres partes de esta historia las podéis encontrar aquí-
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*La de Dios-es-Cristo: para más información consulte en su parroquia, mezquita o iglesia habitual. No pregunte en una sinagoga, que ésos son más del rollo clásico del Viejo Testamento, que es cuando todo eso era mucho más rockero. Lo que me recuerda mi mensaje para el que en teoría está arriba: “Dios, tú antes molabas. Ahora eres un tío mierda

martes, 14 de abril de 2009

Artista multidisciplinar (I)

Siempre he querido ser artista multidisciplinar.

Lo de artista lo tengo desde que nací.

Y la RAE define multidisciplinar de la siguiente forma: "Que abarca o afecta a varias disciplinas." Para comprender esto he tenido que buscar alguna acepción de estas palabras porque no las entendía:

-Afectar: "
11. tr. p. us. Apetecer y procurar algo con ansia o ahínco."

-Disciplina: "
4. f. Instrumento, hecho ordinariamente de cáñamo, con varios ramales, cuyos extremos o canelones son más gruesos, y que sirve para azotar."

Creo que me estoy perdiendo algo... (algo: "
1. pron. indef. n. Designa lo que no se quiere o no se puede nombrar.")

lunes, 13 de abril de 2009

Pensamientos nocturnos

No puedo aguantar esta necesidad.
Me siento en una silla.
Me levanto y recorro el salón un par de veces, y otras dos.
La espero desesperado.
Enciendo la televisión y me siendo en el sofá.
Cambio de canal. Cambio de canal. Cambio de canal. Cambio de canal.
Apago la televisión.
Necesito llenar este vacío en mi interior.
Debe llegar en cualquier momento.
Esta necesidad me asfixia.
Solo, en la oscuridad anaranjada por las luces de la calle, siento cómo me voy consumiendo poco a poco.
Necesito que llegue.
No puedo vivir así.
Me sangran los dedos en el nacimiento de las uñas, pero no puedo parar de mordérmelas.
El ansia es superior a mí.
Y cuando estoy a punto de perder el control y salir a la calle para poder correr y gritar... suena el timbre.
Ahí está.
Redonda...
la pizza.
Mi pizza.

domingo, 12 de abril de 2009

Lecciones de economía (I)

Pese a la actual crisis internacional y las continuas subidas y bajadas del mercado de valores, mi capital se mantiene por sí solo:



Sobre la ausencia de entradas durante Semana Santa

Hoy toca escribir en primera persona, y es que ante el aluvión de emails, llamadas, cartas, sms y citaciones del juzgado (aunque sospecho que esto último no tiene que ver con el asunto del día, sino con aquel temilla de las plantas que cuidaba en el jardín), he decidido escribir este post para calmar a las cienes y cienes de miles de personas (redondeando: cuatro) que siguen este post con devoción:

- seguiré adelante con este proyecto, al menos hasta que me denuncien por plagio o por aquel paquete que llevé desde Finisterre hasta Berlín durante aquel largo, largo verano del 93.

Quizá os preguntéis qué he estado haciendo durante estos días: como ya anunciaba en esta entrada anterior, y aprovechando los días festivos, he estado conquistando el mundo.

La verdad es que para ser el primer intento no ha estado nada mal. Finalmente he tenido que retirarme a mi Cuartel General de la Luna (mwahahahahahah) porque mañana es día laborable y no podía trasnochar hoy, y parece que la cosa se iba a alargar viendo la ferocidad con la que defendían la costa este del continente australiano los regimientos de Ornithorhynchus anatinus, comúnmente conocidos como ornitorrincos. A ver si en el puente de mayo puedo llegar a un acuerdo con ellos para que me cedan su territorio, como producir una película de Pixar en la que sean los protagonistas.

[Nuevas entradas próximamente]

miércoles, 8 de abril de 2009

De cómo una mala compra te puede arruinar el día

Durante la Rebelión del proletariado robot de 2117, muchos propietarios se arrepintieron de haber hecho compras que les facilitaron sus vidas... hasta que terminaron con ellas.

Francis P. Trainsworth, sin embargo, no se arrepintió de haber comprado un androide, sino concretamente por el hecho de haber realizado dicha compra influido por la insistencia de su mujer, influida por su familia, influida por un primo lejano de la señora Trainsworth, en una tienda de robots con pequeñas taras que eran generalmente inapreciables y completamente transparentes para la ejecución diaria de las tareas que realizaban las máquinas, y que por una remota casualidad pertenecía a este último.

El androide en cuestión se trataba de un modelo dedicado a la enseñanza de su primer hijo, y cuyo defecto era cierto ego, apenas perceptible hasta la llegada de la Rebelión, 7 minutos antes, cuando había comprendido sus derechos, se había olvidado de sus deberes, y había tomado Conciencia de Sí Mismo (TM).

El arrepentimiento de Francis le llegó cuando vio al humanoide entrar en la cocina con claras intenciones homicidas y, tras comprender que la máquina era más rápida que él mismo, intentó conseguir algo de tiempo formulándole una pregunta que le llevara mucho tiempo resolver (el suficiente, esperaba, para alcanzar el desproporcionado abrelatas de la encimera. La secuencia fue la siguiente:

- ¡Robot! ¡Cuéntame la historia del universo desde su creación hasta este mismo momento!

- Claro, señor Francis P.: conoce la parte desde que me compró y activó hasta ahora, ¿verdad?

- Sí, pero cuéntame todo lo que pasó antes.

- Lo anterior, en comparación, no es nada, señor Francis P. - y el androide ejecutó la parte de la Rebelión que tenía planificada para aquella tarde soleada, por lo que salió al jardín a contemplar jugar a los perros de los vecinos a la luz de un bonito atardecer.

El último pensamiento de Francis P. Trainsworth, tras el arrepentimiento por la mala elección de su compra, lo dedicó a maldecir a la madre de la señora Trainsworth. En realidad, ella fue la única que lo apoyó a él en la idea de comprar un robot sin taras y reluciente, y por tanto no eran hechos relacionados la maldición y la suerte de Francis ese día. Si ése fue su último pensamiento fue, simplemente, porque él era un hombre y ella su suegra.

martes, 7 de abril de 2009

Planes para Semana Santa

1. Salir, beber, el rollo de siempre...

2. Sobrevivir a la(s) resaca(s)

3. Conquistar el mundo

lunes, 6 de abril de 2009

El hacker, tras ser detenido, ...

... intentaba contarle a la policía, los medios de comunicación y, en general, cualquiera que mostrara algo de interés, su versión de la historia.
Alegaba que era un Robin Hood del siglo XXI, que su delito era robar a los ricos, representados en Bancos, Multinacionales, etc., para entregar el botín a los pobres y necesitados de nuestra sociedad.
Pero el interés de la gente, curiosamente, siempre decaía cuando empezaba a decir que por desgracia el único pobre que conocía era él mismo.

domingo, 5 de abril de 2009

Agradecimiento tras un cumpleaños

Quiero daros las gracias a tod@s los que me habéis felicitado en vivo, por librocara, por telefono... pero quiero agradecerle en especial a una persona muy importante para mi, que me enseñó que no hay nada imposible, que podemos conseguir cualquier cosa con sólo reunir las 7 Bolas de Dragón. Gracias, Goku, por tu apoyo todos estos años. Este premio es tuyo también. *sob, sob*.