martes, 12 de abril de 2011

Leslie y Terry

Dos tipos de mediana edad entran en el vagón por puertas diferentes. Al no haber asientos vacíos, se quedan de pie. Un minuto después un señor mayor se levanta y se dirige a una salida mientras los dos primeros se mueven para ocupar el puesto del tercero rápidamente hasta encontrarse cara a cara delante del hueco que ha quedado entre dos viajeros. Entonces, uno de los que iba a sentarse le dice al otro:

- ¡Mira detrás de ti! ¡Un mono de tres cabezas! - y aprovecha para sentarse tranquilamente mientras el otro se gira. Al darse cuenta del engaño, se enfurece rápidamente.

- ¡Falsario! ¡Maldito seáis tú y tu estirpe de alimañas embusteras! - le increpa apuntándole con el índice, el brazo temblando de pura rabia. - ¡Sierpe mentirosa! ¡Ojalá te pudras en el más profundo de los infiernos durante dos eternidades consecutivas!

viernes, 8 de abril de 2011

Artista becario XI - una de aventuras

Hoy presento un encargo de hace tiempo: que realizase un pequeño dibujo del que fue, posiblemente, el mejor personaje de películas de aventuras hasta que... decidieron hacer una cuarta entrega, casi treinta años después de la primera y viente después de la tercera.

Sin más, presento al Dr. Jones:

martes, 5 de abril de 2011

Zombi(e)s - III

Continuación del relato: si no ha leído las entregas anteriores, aún está a tiempo.

Allí estaba yo, en el suelo, rodeado de una marabunta de gente medio podrida, que me escrutaba intentando averiguar si era uno de los suyos o si por el contrario iba a ser el plato principal del día. Se acercaban despacio, con sus ojos (en los casos en que conservaban los dos) puestos en mí. En su estilo habitual, avanzaban despacio, como si intentaran hacerse los interesantes, igual que una novia el día de su boda; pero en esta ocasión yo ya sabía que aquello no iba a terminar bien.

Decidí que lo mejor era intentar convencerles de que era como ellos, así que comencé a emitir uno de aquellos gemidos graves, eternos, monocordes, sin sentido. Aquello no parecía ser suficiente para mi público, así que decidí completar mi actuación con algo de movimiento. Sutilmente agarré el brazo del cadáver andante que me había salvado la vida y lo alcé. En realidad, sólo pude intentarlo.