miércoles, 8 de septiembre de 2010

Anteriormente, en Zombi(e)s

Nuestro héroe protagonista se encuentra solo, en un edificio asediado por gente podrida. Cuando éstos consiguen entrar, aquél se dirige a la azotea. Al llegar allí, la peste de la calle le hace vomitar. Para terminar de asentarse el estómago, se fuma un puro mientras hace un breve repaso a su vida. Acercándose al borde de la azotea se piensa dos veces si realizar lo que tiene en mente, pero finalmente se lanza al vacío (después de decir unas emotivas últimas palabras), aterrizando sobre un cadáver andante. Resulta herido, bastante herido: sólo puede ver cómo los muertos andantes se acercan a él, lentamente, mientras intenta pensar en algo.

Mientras, en su madriguera, el Conejo de Pascua intenta adivinar qué clase de mente enferma había decidido que para celebrar la llegada de la primavera un conejo entregaría huevos de chocolate. La parte de envolverlos en papeles de colores y esconderlos (esto último sólo un poco, porque debían ser encontrados) era un juego de niños, pero conseguirlos... eso que era un problema. Se juró a sí mismo que, si algún día encontraba al responsable, se lo haría pagar caro. La voz del médico interrumpió sus maldiciones: "Viene otro, y es grande. Mantén el ritmo de respiración."