jueves, 11 de marzo de 2010

Bajo la lluvia

Había anochecido cuando salí de mi despacho en la universidad. Era de noche también cuando entré: en la Europa que sobrevivió a la última gran guerra había no sólo mucho que reconstruir, sino también mucho que investigar, y todos debíamos arrimar el hombro. En la calle llovía como si estuvieran escurriendo el cielo con furia, pero no se dieran cuenta de que estaba debajo del grifo. Por suerte, y después de las catorce veces en que me había calado hasta los huesos en lo que llevábamos de otoño por no tener un paraguas en el despacho, vi que mi compañero se había dejado el suyo. Lo tomé prestado y me dirigí a la salida.

En la entrada, casi en el marco de la puerta principal y mirando al exterior, había una muchacha que, por su edad y aspecto desenfadado, imaginé sería estudiante de humanidades. Desde luego, no era una de mis estudiantes, o la hubiera reconocido. Ya lo creo... Retomando el hilo añadiré que la joven no tenía paraguas y parecía estar esperando a que escampara para regresar a su casa a toda prisa. Al oír el eco que mis pasos producían en el gran recibidor se giró hacia mí y, tras ver en mi mano el objeto que hasta hoy pertenecía a mi colega Puskas, me dirigió una sonrisa por la que casi no necesitó palabras para darme a entender lo que necesitaba.

Le acompañé a su casa caminando bajo la lluvia, ya que no vivía lejos de la universidad, poniendo cuidado en que el paraguas hiciera su labor evitando que se mojara. No puedo decir lo mismo de mí, que no llevaba ropa adecuada para la lluvia. Por fin llegamos ante su puerta, donde me agradeció mi ayuda. Dos minutos más tarde estaba allí de pie, otra noche mojado y sin mojar. Giré y puse dirección a mi apartamento maldiciendo y pateando charcos como un niño al que no le hayan comprado caramelos.

Andar sobre los escombros para ahorrar algo de tiempo evitando así dar un rodeo, además de ser una idea estúpida en un día de lluvia como aquél, me permitió distraerme y olvidar a la joven: cuando volví a lo que podría llamarse una calle empecé a pensar en mis investigaciones, en las aplicaciones bélicas que podrían tener y en la posibilidad de que cayeran en malas manos. Entonces vi una sombra tras el muro derrumbado junto al edificio donde vivía. Una sombra que respiraba. Me preparé para lo peor y me arrepentí de haber traído conmigo algunos documentos para estudiarlos tras la cena. Dos minutos más tarde recordé las palabras de mi tío-abuelo Ibrahimovic, que nos repetía "nunca le alquiles un piso a un ex-espía nazi". Cuánta razón tenía el tío de mi padre: hasta que no le pagué la mensualidad a mi casero, no me dejó subir a mi apartamento.

7 comentarios:

javiswift dijo...

me gusta esta frase:
"otra noche mojado y sin mojar"
qué gran pedazo de filosofía cotidiana.
Pero tú eres todo un caballero

El Caballero que dice Ni dijo...

sí, sí, soy un poeta urbano. de aquí a escribir las letras para el próximo disco de Andy&Lucas, sólo hay un paso. lástima que me falte vocabulario poligonero

javiswift dijo...

,,,,, si usted necesita ayuda ,,,,,
no se preocupe ,,,, por aquí (lahoradenico.tk), hay muchos que le ayudarían sin problema alguno

l.v. dijo...

pero bueno swift!!! no sea sinvergüenza, qué le está llamando a los seguidores de nico????

El Caballero que dice Ni dijo...

como diría Gila: "aquí alguien ha llamado poligonero a alguien..."

javiswift dijo...

equilicua que dicen los franceses no?

javiswift dijo...

o sea, ke sí, ke en lahoradenico.tk hay mucho poligonero, yo el primero, o el segundo, que digo brother y sister y brothersister sin molestarme lo más mínimo tronk