jueves, 25 de marzo de 2010

La cita

Aquella mañana había aprovechado su oportunidad. Cuando, durante el desayuno diario en la cafetería bajo su oficina, él había mostrado interés en una película que estrenaban esa tarde, ella no dudó en fingir que quería verla también. Fue suficiente para que él mordiera el anzuelo y se ofreciera a ir con ella. A la hora de la salida concretaron la hora y el cine, y de esa forma ella se fue a casa con una sonrisa.

Se arregló el pelo y se puso ropa nueva que había comprado unas semanas antes esperando una ocasión especial que, como aquella, mereciera el estreno. Estaba espectacular. Finalmente llegó al cine a la hora acordada -decían que era bueno hacer esperar a los hombres, pero ella estaba impaciente y no pudo evitar llegar a tiempo- y le vio llegar, con la misma ropa que llevaba aquella mañana en el trabajo y con algunos amigos. Su cara se desencajó y él se dio cuenta de lo que pasaba. Incluso los amigos de él notaron algo que no encajaba. No comentaron nada hasta que, a la salida del cine, se quedaron apartados unos metros del resto del grupo. Fue entonces cuando él le preguntó, casi susurrando:

 - ¿Creías que esto era una cita? -ella no dijo nada, contestó con un pequeño asentimiento, mirando al suelo por la vergüenza. Él continuó:- lo siento, pensaba que sabías que era una paráfrasis.

2 comentarios:

Lou dijo...

¡jajajaj! ¡me ha encantado! ¡qué risa y qué pena!, ahora una pregunta: ¿la paráfrasis es mecánica o constructiva? ahí, me pierdo ¡jajajaj!

Rubén Gracia dijo...

Lo bueno, si breve, dos veces bueno...
Me ha recordado un poco a una cita en la que la chica llegó de la mano con otro. Si entonces me hubiera hecho esa aclaración, lo hubiera entendido.