Giré a la derecha por una calle estrecha.
A medida que me acercaba al final de la manzana me di cuenta de que la gente que veía en la avenida que se cruzaba estaba parada.
Observaban la procesión que recorría el centro de la ciudad en respetuoso silencio.
Entonces vi una de las imágenes, y me embargó una poderosa emoción: los gritos que proferí a la escultura atrajeron la atención de los beatos, que se giraron hacia mí; decidí dar marcha atrás y volver por donde había venido.
No fue una buena idea mentar a la madre del tipo de la cruz, pero lo hice sin pensar. A nadie le sienta bien encontrarse una calle cortada cuando intenta atravesar la ciudad en coche. Por suerte conseguí escapar entre las callejuelas antes de que me alcanzaran, volcasen el vehículo y me lincharan por haber ofendido a su misericordioso dios, el de tendencia a perdonar y a poner la otra mejilla.
jueves, 1 de abril de 2010
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4 comentarios:
Ofendiste a su madre, que es todavía peor.
seguro que es por eso, si me hubiera referido a él individualmente no hubiera pasado nada... a lo mejor incluso me habrían dejado atravesar la avenida...
y si fuera necesario hasta te hubiesen escoltado hasta tu destino, eso sí, a su paso
jajaj buena historia. Llegue a tu blog buscando imagenes de Totoro, y encontre una bastante buena aca :D. Pasa por mi blog y me dices ke tal ok? vale, xau.
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