jueves, 1 de abril de 2010

Semana Santa

Giré a la derecha por una calle estrecha.

A medida que me acercaba al final de la manzana me di cuenta de que la gente que veía en la avenida que se cruzaba estaba parada.

Observaban la procesión que recorría el centro de la ciudad en respetuoso silencio.

Entonces vi una de las imágenes, y me embargó una poderosa emoción: los gritos que proferí a la escultura atrajeron la atención de los beatos, que se giraron hacia mí; decidí dar marcha atrás y volver por donde había venido.

No fue una buena idea mentar a la madre del tipo de la cruz, pero lo hice sin pensar. A nadie le sienta bien encontrarse una calle cortada cuando intenta atravesar la ciudad en coche. Por suerte conseguí escapar entre las callejuelas antes de que me alcanzaran, volcasen el vehículo y me lincharan por haber ofendido a su misericordioso dios, el de tendencia a perdonar y a poner la otra mejilla.

4 comentarios:

Rubén Gracia dijo...

Ofendiste a su madre, que es todavía peor.

El Caballero que dice Ni dijo...

seguro que es por eso, si me hubiera referido a él individualmente no hubiera pasado nada... a lo mejor incluso me habrían dejado atravesar la avenida...

Rubén Gracia dijo...

y si fuera necesario hasta te hubiesen escoltado hasta tu destino, eso sí, a su paso

el mismisimo demonio dijo...

jajaj buena historia. Llegue a tu blog buscando imagenes de Totoro, y encontre una bastante buena aca :D. Pasa por mi blog y me dices ke tal ok? vale, xau.