domingo, 31 de mayo de 2009

Artista multidisciplinar (IV)

No me puedo hacer responsable del resto de columnistas del blog, pero el parón en mis entradas tiene una causa justificada, y es que no he podido acceder en unos cuantos días por unos problemas con las fuerzas reprimidas represoras, que no entienden el arte.

Todo comenzó cuando planeé realizar una performance en la calle junto a mi nueva musa para conmemorar El Día de la Poesía en Sobre la Vida en el Campo sin Máquinas de Combustión que no tuvo la acogida que esperábamos.

Nos costó bastante conseguir traer a una plaza del centro de la ciudad todo lo que necesitamos, especialmente el enorme cerdo al que vestimos y la tonelada de paja que utilizamos como escenario. Las botas llenas de barro y los sombreros de campesinos, que eran lo único que llevábamos puesto mientras realizábamos movimientos de la vida cotidiana de los trabajadores del campo como sembrar, arar, fornicar, recolectar... fueron mucho más fáciles de encontrar y trasladar.

Las reacciones entre el público fueron bastante variadas como era de esperar: es algo habitual que las obras de los grandes artistas despierten sentimientos encontrados en sus contemporáneos. La represión ganó esta batalla, ya que la policía no tardó en aparecer para llevarnos detenidos en el coche patrulla como a vulgares ladrones. Hubo aplausos y pitidos a partes iguales como reacción a la detención, pero nada de disturbios, como yo esperaba: creo que esta sociedad ha perdido su sensibilidad artística.

Hemos conseguido salir bajo fianza, y si hemos tardado tantos días es porque la cantidad necesaria ha sido bastante importante, especialmente si tenemos en cuenta que el único cargo que se nos ha imputado ha sido el de maltrato a los animales, sobre lo que tengo que alegar que desde el principio me pareció mala idea exhibir en la calle al pobre cochino con un vestido de Ágata Ruiz de la Prada, pero era lo único que le entraba. Al parecer el gorrino no pudo soportar la humillación de sus compañeros de refugio y se ahorcó con su rizada cola. Antes de escribir esta entrada me he puesto en contacto con sus padres, que han recibido la noticia lamentando su pérdida pero con gran entereza, ya que su hijo vivió su vida haciendo lo que le gustaba, y desearon que yo mismo me encargase de que el cuerpo de su hijo tenía buen fin. Así se lo garanticé y así ha sido.

Mmm... rico...

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